Americano: Tengo Hambre. Tal vez veré afuera para comer. Todo aquí es barato.

Malasia: ¿Recuerdas la vez pasada, cuando trataste pedir comida en un restaurante y recibiste fango estraño con fideos secos y carne no identificable? ¿Y chiles que, nuevamente, incluso tu no pudiste comer? ¿Y antes de ese tiempo, cuando pensaste que McDonald’s podría ser fácil para tratar, y accidentalmente conseguiste comida suficiente para alimentar un ejército pequeño?


(Pensé que estaba pidiendo dos sándwiches, una bebida, y ningunos papas fritas.)

A: Quizás voy a cocinar. Pues, hay hamburguesa en la refrigeradora al deshielo. Hacerá chili tejano.

M: ¿Hacer qué?

A: Guisado con tomates y frijoles.

M: Lo veo. Pues, ¿que necesitas?

A: Um. Pues, no hay especias de chili en el supermercado. O en esto otro supermercado. O…

M: Pues, ¿Qué tal el internet?

A: ¡Lo encontré! Amazon dice que está disponible desde cuarenta y siete vendedores diferentes.

M: Solo uno puede enviarlo a Malasia. La búsqueda por la tienda correcta duraré tres horas. Llegaré en seis semanas, y el gasto del enviar será setenta dólares.

A: Eso… no ayuda. Bueno, sazonaré por mi mismo. Hay que encontrar una receta en el internet. Voy a comprar los ingredientes desde el supermercado. Pimiento negro…

M: Aquí hay pimiento de lujo que se creció cerca de aquí que cuesta casi nada.

A: ¡Buen inicio! ¿Aji en polvo?

M: Sí, está. Disponible en paquetes enormes que incluso una familia de doce personas no pudiera usar en un decenio. Dos dólares americanos.

A: Locura, lo compraré, suficiente barato. ¿Y ajo en polvo?

M: ¿Es posible conseguir ajo en polvo? No, no, no. Sin embargo, puede comprar el ajo picado. O ajo verdadero, si tiene la paciencia para pelarlo y picarlo. Pero todavía no sabes como usar la sistema médica, así que espero que no te cortas tu dedo.

A: Picado es bueno.

M: Seis litros, no? Porque es la cantidad más pequeña que tenemos disponible en este momento.

A: ¿Por qué en el mundo…? Bien, no importa. Cebolla en polvo.

M: En polvo también no existe.

A: Bien. Uso cebollas.

M: Aquí hay tu opción única: El sello tiene, “Cebollas Grandes.” En Malaya. Pero tu domino con la idioma ahora es tan bueno que puedes leerlo. ¿No es emocinonado?

A: Si pienses que estas son grandes…

M: Simplemente es más trabajo, para tu conveniencia.

A: Bien. Cebolla es cebolla. ¿Comino?

M: ¿Pineses que estamos en México?

A: ¿No tienes el comino?

M: ¡Oh, espere! ¡El sitio web del supermercado dice que tenemos por supuesto! ¡Claro que tenemos! Así que. pedirlo por favor. Te prometo que estaré en la lista de productos que no tenemos en stock, para tu conveniencia.

R: Oh. Bueno, ya que lo pienso, me gustó el kimchi que compré la última vez que estuve allí. Sé que lo tienen en stock.

M: Claro que lo tenemos. Pero nuestra página web está estandarizada y no lo tiene. No hay para usted.

A: Vale, ¿sabes qué? Me voy a olvidar del supermercado y voy a hacer pollo satay. Sé que ya tengo los ingredientes.

M: ¡Claro! ¿Qué es lo primero?

A: El arroz. El paquete de arroz integral dice 2-1/2 veces más agua que el arroz, durante treinta minutos.

M: Adelante, enciende la olla de inducción, entonces.

A: Yo… no sé cómo.

M: Aquí están las instrucciones.

A: Estas palabras son inglesas, pero no van juntas.

M: Si la garantía es de 1 año, por mal funcionamiento de fábrica. Si no hay mal funcionamiento, por favor devuélvalo a la tienda, ellos podrían arreglarlo.

A: Igual. Bueno, hay un botón que dice arroz. Veamos qué hace.

M: ¡MRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRZAP!

A: ¡Aaaah! ¡Qué es ese ruido!

M: Son las moléculas de inducción que se unen en algo que es un ruido espeluznante.

A: Voy a poner la olla ahora.

M: ¡EL RUIDO ES MÁS FUERTE!

A: ¡AAAAH! ¡EL AGUA ENTONCES!

M: Un sonido de puro silencio.

A: Me siento como Elías en la cueva. Bien, pon el agua a hervir.

M: ¡Hirviendo!

A: Poner el arroz y tal vez pulsar el botón de arroz.

M: ¡Arroziendo!

A: Yo… no sé qué significa eso. Pero está bien. Tapa puesta. Tardará 30 minutos, pero será mejor que lo compruebe en 25. Mientras tanto pondré mi ropa en la lavadora.

M: También está en la cocina.

A: Claro que sí. ¿Por qué no iba a estarlo? Al menos yo me di cuenta de esto hace semanas. Vale, voy a sacar mi ropa de mi habitación.

M: ¡LA COCINA ESTÁ LLENA DE HUMO!

A: ¡OH DIOS QUE PASÓ!

M: Si esperabas hacer arroz ennegrecido cajún, estás haciendo un gran trabajo. Esta muy quemado.

A: Genial. Bueno, al menos la alarma de incendios no ha saltado. NO ES QUE PUEDO ESCUCHARLA SI HAY FUEGO. Jugamos a ese jueguecito hace unas semanas durante el simulacro de incendio en el que me quedé dormido. Bien, ¿cómo deshacerse de esto?

M: Aquí hay un bote de basura con una bolsa que es demasiado delgada para manejar el arroz caliente, para su conveniencia.

A: Muy bien. Me las arreglé para salvar un poco de la parte superior con sabor no muy quemada, y lavar el resto en un colador para que no se vaya por el desagüe, y hacer correr agua sobre él para que se enfríe, y ahora puedo ponerlo todo en una bolsa de plástico Ziploc para que no se rompa a través de la bolsa de basura.

M: ¡Qué ingenioso eres! (Tendremos que hacer algo a cambiarlo…)

A: ¿Cómo?

M: No dije nada.

A: Vale. Me siento bastante bien ahora. Corta el pollo y las cebollas. Las cebollas. ¿Por qué son cebollas rojas?

M: ¿Por qué no?

A: Yo quería amarillas… Pero estas eran las únicas… En toda la tienda… Bien. Las usaré.

M: ¡Recuerda, no te cortes los dedos!

A: Gracias por el inútil recordatorio. Oh, Dios. ¿Por qué no puedo ver? Me duelen mucho los ojos. ¡Oh Dios! Me los lavo en el fregadero. OH DIOS ES PEOR ¿QUÉ HAGO?

M: Verás, si la cebolla es más pequeña, hay menos espacio para que el ácido sulfénico vaya, por lo que tiene una mayor concentración de ese ácido, y cuando cortas la cebolla se convierte en aire, y-.

A: NO NECESITO UNA LECCIÓN DE QUÍMICA. NECESITO UN LAVADO DE OJOS.

M: Mira, si hubieras comprado cebollas grandes…

A: DECÍA GRANDE EN EL PAQUETE.

M: El dolor disminuirá. Con el tiempo.

A: Está bien. Bien. Ahora puedo cocinar el pollo y las cebollas. Están en la sartén. Y chisporroteando. Y está funcionando muy bien. Por fin algo va bien…

M: BEEP. Tu ropa está hecha. Si no la sacas de la lavadora y la cuelgas AHORA MISMO se convertirá en un desastre arrugado.

A: Estoy un poco ocupado en este momento.

M: La lavadora no está ocupada, y está esperando tu atención.

A: De acuerdo. Apaga la calefacción. Coge la ropa. Cuélgala. ¿Por qué tengo más ropa que perchas? ¿Y por qué mi tendedero mide medio metro de largo?

M: …¿Para tu comodidad?

A: Claaaaaro. Bien, entonces, volvamos al pollo. Voy a terminarlo. Ahora a hacer la salsa.

M: La leche de coco está sellada herméticamente dentro de pequeños cartones que son imposibles de abrir.

A: Ya veo. Vale… Voy a… Qué tal… Tengo unas tijeras de cocina por aquí… Dónde están…

M: Genial. ¿Qué es lo siguiente? ¿Mantequilla de mani?

A: Sí. Mantequilla de mani. Bien. Eso fue fácil. Un poco de azúcar. Muy bien. Y salsa de soja. Espera. ¿Por qué esta botella dice “manis”? ¿No significa “dulce”?

M: Por supuesto. En Malasia, la salsa de soja está llena de azúcar.

A: ¿Azúcar? No quiero azúcar en mi salsa de soja. Ya he puesto azúcar en la… Bueno, da igual. Abriré esta botella y…

M: ¡LA SALSA DE SOJA ESTÁ EN TODAS PARTES!

A: Por supuesto que lo está. Bien. Después, chile en polvo. En serio, ¿por qué esta bolsa es tan grande?

M: Para que puedo decir que ¡EL CHILE EN POLVO ESTÁ EN TODAS PARTES!

A: Creo que necesito una bebida muy fuerte.

M: Esta es una institución cristiana, así que no puedes tomar alcohol aquí.

A: Yo… ¿Qué? ¿Por qué o puedo?

M: {Murmura algo incoherente sobre John Wesley}

A: ¡NO SOY METODISTA!

M: No he preguntado.

A: ¿Pero “no alcohol” es una regla musulmana? Al menos podemos comer cerdo.

M: Por favor, disfrute de este insípido y gomoso hocico de jabalí, asado perfectamente.

A: Puaj. Bien, no importa. ¿Qué tal postre?

M: ¿Hielo raspado con melaza y judías rojas?


(Y “cendol” que parece como, pero no es, gusanitos verdes).

A: No. ¿Helado?

M: ¿”confección” de hielo?

A: Okay. Bien, ¿qué tal una Coca-Cola light?

M: ¡Claro! La Coca-Cola Light se hace con un edulcorante diferente al de tu país.

A: ¿Y Coca-Cola regular?

M: Sí. Esa también.

A: ¿Qué son estos pastelitos raros?

M: Te dije: Judías de postre.

A: Quizá me vuelva a dormir.


(Juro que he hecho esta receta de satay en Estados Unidos y no sale así).